Elliot A.

Me encontraba yo en la actualmente sitiada ciudad de México en un reconocido antro de la zona rosa, no muy nice pero si bastante barato y perfecto para dominguear por allá, nos alcanzo el tiempo a la perfección para salir un putiza a las 11:45 de la noche justo a tiempo para alcanzar el metro de Insurgentes, transbordar en Balderas y de ahí hasta Universidad.

Ya habíamos andado caminando por la zona, Marco, Adrián y yo, estabamos dejando pasar un rato para entrar al antro (es lo que me gusta de allá a las 7:00 p,m ya está el ambiente) un tipo me coqueteo desde su mesa en el Samborns que está en Londres justo en una esquina no sé con que calle pero ahí está siempre hay algún chavo vendiendo su amor justo ahí; pase dos veces y las dos veces me coqueteo, no dije nada sólo gocé el momento.

Una hora más tarde me lo encuentro en el antro pero ni el me hablaba y mucho menos le iba a hablar yo, él tenía que dar ese primer paso jajajajaja, total pasaba el tiempo y a lo más que se acerco fue a decirme “Hola” algo tímido para su edad, realmente no llamo mi atención en su totalidad así que mi fallida atención hacía su persona termino por alejarlo de nuestro lugar, una esquinita donde poníamos las chelas, siempre de dos en dos, creo que me tome unas 8, no andaba borracho para nada, sólo “happyson” sólo aclararé que no tengo un problema con el alcohol eso si quiero que quede bien claro.

Después de un rato de decepciones ya que nadie de los que me coqueteaban se animaba con migo sobre todo un chico más que iba de rojo, con el cabello afeitado por completo se veía tan bien que no mamen… el problema era que este chavo venía con su pareja; lo cual no fue para nada un impedimento para que me coqueteara y yo a él jajajaja.

Pero de repente en uno de esos momentos en los que algo te hace voltear, estaba él justo frente a mí, un chavito precioso nos mirábamos a los ojos y no podíamos dejar de hacerlo, así fue hasta que gire completamente sin despegar mis ojos de los suyos, nos sonreíamos plenamente, ambos en espera de algo más… hasta que la gente entre nosotros termino por taparnos la vista y se alejo hasta que lo perdí de vista.

Minutos después decidí ir al baño, camine entre la gente que amontonada bailaba, besaba, fajaba, observaba o buscaba. Cuando justo a la mitad de mi camino me encuentro a este chavito tan lindo, no podía dejar pasar la oportunidad lo tenía justo enfrente de mí, se me caían los calzones pero pude decir, Hola, como te llamas?

De ahí en adelante, mi cerebro se atrofia con la imagen de su rostro, guapísimo, lindisimo, con ojos tan expresivos, me ahogan los momentos en que con mis manos tomaba su cinturita, nuestras miradas siempre a los ojos, las frases y preguntas de rigor, la misma edad y altura que yo, su suave piel morena clara, y esos ojos que me impedían dejar de mirarlos, casi hipnóticamente, pero sobre todo esa extraña sensación que me obligaba a tocarlo a acercarme a él, a no querer que se alejara por ningún motivo de mi lado… Sentí el impulso de besarlo, no podía dejarlo ir así, su amigo estaba desesperado, se tenían que ir, así que lo bese, fue hermoso, me atrevo a decir “exquisito” labios delgados como los míos, besos calidos y suaves dulces e ilógicamente intoxicantes.

Pero se fue, tenía que irse, aun así no podíamos soltarnos, nada es para siempre, tal vez nos volvamos a ver, pero el momento que viví con él valió por completo el viaje.